8/7/18

La diferencia entre un tonto y un tonto tonto

En todo pueblo hay un tonto. Mínimo uno. En este había varios, pero tonto tonto, lo que se dice un tío tonto, solamente él. La diferencia entre un tonto y un tonto tonto está en la maldad. El tonto puede ser tonto por múltiples razones, pero el tonto tonto es el que se ríe en alto para que se entere todo el mundo que te has caído con la bicicleta, el tonto tonto es el que intenta humillar a todo el que pueda, es el acomplejado gordo, muy posiblemente con gafas de mongolo, el que te raya el coche con las llaves, escupe en las barandillas para que te pringues la mano o se va inventando la muerte de la hija del churrero en un accidente de tráfico tras las fiestas del pueblo. Este tonto del que os voy a hablar lo tenía todo, además de la madre más puta de todas, improperio que jamás le dijo nadie, a sabiendas, ni en plena ebullición de la sangre, aun después de quemarle el pelo a una señora tras tirarle un petardo.

6/7/18

Llevo un tiempo sin publicar precisamente por esto

Hace algún que otro mes llamaron por la mañana al telefonillo de casa. Era un repartidor que preguntaba por mi mujer. Me extrañó que le cambiase el orden de los apellidos, pero en principio no le di importancia, así que abrí el portal. Cuando llegó al rellano volvió a llamar y le abrí. Fue rápido. Llevaba una gorra, iba vestido de azul, con unos pantalones de trabajo, limpios y una chaquetilla de cremallera medio abierta. No llevaba ningún identificativo de empresa. Me entregó el paquete, no me pidió firmar nada y se marchó. Si en ese mismo momento hubiese sospechado algo me hubiese asomado al balcón para verlo salir, sobre todo para observar el vehículo en el que se marcharía. Dejé el paquete en la encimera y continué con mis cosas.

12/6/18

El barco Aquarius, las mafias de Libia y el racismo aversivo

Samuel L. Gaertner y John F. Dovidio fueron dos importantes psicólogos sociales quienes crearon el termino de racismo aversivo. Identificaron desde su laboratorio experimental diferentes conductas de personas que llevaban como bandera no ser racistas y que además presumían de proclamar una ideología progresista. El resultado de dicho experimento fue que la actitud comportamental de dichos individuos era exactamente la misma que la de aquellas personas que decían abiertamente tener prejucios contra otras razas. Los progres evitaban relacionarse con personas negras, incluso tomaron medidas diferenciales antes y después de introducirles en una misma sala con personas extranjeras. Su estrés subía siempre de manera significativa. No obstante, todos ellos seguían defendiendo sus postulados antiracistas, a pesar incluso de llegar a contestar en los test sobre la preferencia por la raza blanca para la futura pareja de sus hijas. Es decir, un racista aversivo es el amplio porcentaje de la población española, es la casi totalidad absoluta de la clase política de nuestra nación. Los demás, en su segunda mayoría, son racistas tradicionales. Una ínfima parte de la población es la que no se posee prejucios contra ninguna raza, posiblemente todos ellos tarados mentales.

28/5/18

Aquel blog que me robaron

Hace más de diez años tuve mi primer blog, que no mi primera web. Allí escribía, al igual que lo hago aquí, por gusto, por placer, incluso creo que por evasión social. Sale más barato que un psicólogo y en ambas situaciones voy a tener la misma sensación de que no me escucha nadie. El caso es que tuve un blog, bastante bueno por cierto, del que hoy os quiero contar algo.

19/5/18

El chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero que no vale 660.000€

Lo que cada uno haga con su dinero a mí me viene dando exactamente lo mismo. Esta manera de pensar y actuar la adquirí el mismo momento en el que empecé a tener conciencia real sobre el valor de las cosas. Resulta que un chaval de mi barrio decidió gastarse 5000 pesetas en una única carta Magic, uno de esos juegos de rol que eran muy populares cuando los niños todavía jugaban en la calle. Con ese dinero podrías adquirir mazos enteros, pero sin embargo él decidió comprar una carta en concreto y encima de segunda mano. Muchos le llamaron loco, pero ese loco no paraba de ganar todas las partidas gracias a esa carta, gracias a esas 5000 pesetas. Yo lo defendí, creo además que fui el único en hacerlo, animado entre otras cosas ya que nunca tuve Magic, por lo que mi objetividad para con él era máxima. Para mí, aquella carta no me iba a suponer perder ninguna partida, ni deseaba tenerla, ni le envidiaba.  Aprendí a jugar con mazos prestados de amigos, pero me limitaba más a mirar de vez en cuando que a formar parte de aquella tribu. Como ya os he dicho yo le defendí, más cuando había quinceañeros críticos que ya estaban empezando a gastarse esas cantidades en coca. 
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