Se podría desarrollar una gráfica inversamente proporcional a la cantidad de horas que le dedica alguien a cumplir el cupo de sus responsabilidades, si es que tan siquiera las tiene, y las horas ingentes que le echa a las series desde que se abonó a Netflix.
Es muy curioso como el mundo de las series o incluso del cine se ha ido desarrollando de tal manera que se engloba dentro de la cultura. Se han equiparado a la lectura. Es cool dedicarle al día cuatro horas a ver series mientras no tienes trabajo alguno y tampoco pretendes buscarlo. Estás viendo series, pero ahora es como si leyeses a Umberto Eco o estuvieses aprendiendo a tocar el arpa. Te engloba dentro de un noble club de gilipollas que pueden pasarse las tardes enteras delante del televisor para salir a la calle a seguir hablando de lo que ven en sus televisores. Y ojo, que en ningún momento digo que engancharse a un producto televisivo sea negativo, el problema es que la mayoría de todos ellos son seres improductivos que se hacen creer a ellos mismos que están engordando su currículum por ver The Walking Dead en versión original, como si de ello fuesen a sacar el mismo rédito que un master bilingüe en Cambridge.

El culmen es cuando alguien suelta la mejor de todas las perlas: "Al principio es flojilla pero a partir de la cuarta temporada mejora muchísimo." Es para cagarle literalmente en el pecho. Dedicarle cuatro jodidas temporadas a 13 capítulos por temporada y a una hora por capítulo para empezar a decir que ahora sí que le está gustando. Lo más gracioso de todo es cuando cambias de tema y te sueltan que no, que no hay trabajo de lo suyo.
El target al que va dirigido Netflix es sencillamente carnaza, jóvenes ociosos de los que se creen vivir bien informados porque tienen Twitter. Apolíticos, progresistas, o lo que es lo mismo, neocomunistas disfrazados de equidistancia política. Gente que cojea siempre del mismo pie y que empatiza fácilmente con las gracietas en contra que intentan ridiculizar lo tradicional y más conservador. No contentos con todo ello han tenido que sumarse al bando terrorista. Se nota que ni ninguno de ellos ni de sus familiares están entre los casi mil muertos de la banda terrorista de ETA.
Netflix es otro altavoz más del Marxismo Cultural, un importante elemento de esa socialización secundaria donde los jóvenes se sienten más influenciados por los medios de comunicacióny la publicidad de las grandes empresas.