12/12/16

Mark David Chapman, el hombre que asesinó a Lennon

Mark David Chapman pasó parte del último trimestre de 1980 viajando a Nueva York con la martilleante idea de acabar con la vida de su ídolo John Lennon. La mañana del 8 de diciembre, Mark Champan salió de su habitación del hotel Sheraton para comprar un ejemplar de El Guardían entre el Centeno en el que escribió "Esta es mi declaración" y lo firmó como "Holden Caulfield", el nombre del protagonista.


Ya por la tarde, Mark Chapman se paseaba tranquilamente por los aledaños de los Apartamentos Dakota, una de las zonas más lujosas y clasistas de la Gran Manzana, a la espera de ver a Lennon. Acompañado de Yoko Ono, Lennon salió del portal de su vivienda y caminó varios metros hasta la calzada donde una imperiosa limusina les esperaba para llevarles a la discográfica. Mark Chapman aprovechó el momento para estrecharle la mano y tenderle una copia de su último disco, Double Fantasy, pidiéndole un autógrafo. Como bien diría más tarde Chapman: "En ese momento mi parte buena ganó, y quería regresar al hotel, pero no podía".


Mark Chapman se quedó allí, pacientemente durante más de cinco horas, a la espera de ver regresar la misma limusina. Los vio bajar, retiró la mirada cuando cruzaron delante de él y ya por la espalda atinó cuatro de cinco balas de un 38 Special. Permaneció allí, tranquilo, aliviado. Sacó su edición de El Guardían entre el Centeno y lo leyó a la espera de que llegase la policía. No puso resistencia. Se declaró culpable.


De su vida se ha dicho mucho. Que no tuvo una infancia fácil,  que cayó en el mundo de las drogas, que se encerró en una ideas ultracatólicas o que recibió maltrato. Lo que siempre cuenta la prensa, sea cierto o no, de alguien similar. Otros en cambio cavaron más hondo, investigaron y apuntan a que fue un asesino programado por la CIA. Un proyecto que pretendía llevar a cabo la eliminación de personajes molestos capaces de mover masas y crear movimientos idealistas revolucionarios.

John Lennon y su banda no sólo causaron revuelo con aquello de que eran más conocidos que Jesús, algo que los sectores más conservadores estadounidenses tomaron como una ofensa personal a sus creencias, sino que además el líder donaba importantes sumas de dinero a la organización Election Year Strategy Information Center (EYSIC) cuyos fines no eran otros que organizar importantes revueltas contra el Partido Republicano. Si a todo esto le sumamos la Guerra de Vietnam, el rechazo social que supuso y a Richard Nixon en el gobierno, cada uno puede hacerse una idea más fina de lo que pudo haber ocurrido realmente.


Sea como fuere lo innegable es que Lennon se convirtió en un peligro para ciertas cúpulas con poder y sin él mismo saberlo, se convirtió a su vez en un peligro para sí mismo. Predicaba una vida que jamás ni supo, ni quiso llevar. Protestaba después de desayunar en los mejores hoteles del mundo, alentaba a las masas juveniles tras salir de tiendas que ellos jamás podrían permitirse ni entrar. Gastaba el sueldo de todos sus seguidores en un fin de semana en Ámsterdam en la suite presidencial del Hotel Hilton, tras casarse en Gibraltar. 

Imagine era un panfleto político marxista de alguien que vivía con más privilegios que el Presidente de los Estados Unidos de América. El cuento contrario a un hombre que jamás se privó de nada. La vida austera y recogida que predicaba alguien que coleccionaba Rolls-Royces.


Siempre me gustaron las palabras de Mark Chapman, que aunque para nada excuse la alocada acción de asesinar a Lennon, me ha hecho siempre poner en duda la existencia de sus problemas mentales. Le confesó a su mujer: "Nos dijo que no imagináramos posesiones y allí está él, con millones de dólares y yates y granjas y fincas rurales, riéndose de gente como yo que he creído las mentiras y comprado sus discos y construido una gran parte de mi vida alrededor de su música".

Mark Chapman fue condenado a veinte años de cárcel que se cumplieron en el año 2000. A pesar de ello se le ha denegado en nueve ocasiones la libertad condicional debido a la indeferencia que ha mostrado por la vida humana. Continúa en su celda de la Attica Correctional Facility, gracias a un sistema judicial y penitenciario envidiable. 

Yoko Ono, la hippie que veía el mundo de colorines y que sólo creía en la paz y en el perdón ha declarado más de una vez que se opone totalmente a la libertad de Chapman. Y con razón. Imagino que las ideas hippiescas mueren cuando ves como asesinan a tu marido delante de tus ojos.


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