2/7/19

Adolf Hitler, Michael Jackson y el Efecto Halo

Podría parecer ridículo iniciar estas líneas hablando sobre las obviedades que diferencian la verdad y la mentira. Aunque nunca os lo hayáis planteado, verdad y mentira no son las dos caras de una misma moneda, al igual que ninguno de los dos es el complementario del otro. Muchos nos quieren hacer ver que es una cuestión binaria que parte de una misma posición inicial, de hecho la mayoría de los mortales cree que la diatriba entre estas dos posiciones tiene un inicio común, como si la posibilidad de elegir entre dos caminos pudiese tomarse sencillamente lanzando una moneda al aire. Y no, no es así. Es más, esto que te estoy contando podría cambiarte la manera de ver el mundo si sabes incardinarlo en tu día a día. La solución es bien sencilla, verdad y mentira son directamente dos monedas totalmente distintas. La diferencia es que la verdad jamás necesitará justificarse ante nadie con su otra mitad, su otra cara.

Hoy le he estado echando un ojo al documental Leaving Neverland de HBO sobre los testimonios de niños que sufrieron supuestos abusos sexuales por Michael Jackson. Uno de esos niños, ya adulto, narra por primera vez el momento en el que el artista le introduce un dedo por el ano, mientras el niño le pide que pare, que no le gusta y Michael Jackson le contesta que le terminará gustando. En ese preciso instante el plano de aquel testimonio empañado en ojos vidriosos cambia a este siguiente:


Sin más, he aquí las dos caras de una de las monedas. Más allá de creer o dejar de creer en la inocencia del ya fallecido a título personal, algo tan solamente demostrable ante un Tribunal, imágenes como las que acabamos de ver tiran por tierra los testimonios de todos aquellos menores que supuestamente fueron víctimas de los abusos cometidos por el cantante. He aquí la diferencia con la otra moneda, con la verdad, la que nunca intentará hacer de trilero subliminal para colmar de razones a ningún testimonio, ya que no hay nada que tenga más fuerza que la simple y pura verdad. 

Lo mejor de todo esto es que ni tan siquiera el de la imagen resulta ser Michael Jackson, de ahí que ni aparezca su cara, pero eso ya es harina de otro costal.
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