5/7/19

Donde la izquierda y la derecha convergen

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Si mi planteamiento inicial os puede parecer muy dispar es sin duda porque ellos os lo han hecho creer así. Si tenéis verdadero interés por asumir otras realidades que ahora no sois capaces de ver, lo primero que os pediría es que os tomaseis el tiempo y la atención suficiente como para leer estas líneas con cierta tranquilidad. Si de lo contrario vais a continuar leyendo con el prejuicio de alguna supremacía moral te invito educadamente a que te marches porque te aseguro que no compartimos una simpatía doblemente recíproca.

Estas humildes líneas posiblemente sean las más importantes de las que dejaré constancia jamás. Para algunos llegarán a ser un canto casi profético, pero afortunadamente para otros muchos no pasan de ser un secreto a voces. Me dirijo a los primeros, puesto que los segundos saben qué tierra pisan. Veréis, la idea principal se resumiría sencillamente de la siguiente manera; tenéis que estar muy atentos.



Para iniciar este camino de una manera adecuada tendríamos que comenzarlo hablando de la ideología. Las ideologías, todas, no dejan de ser una armadura medieval que una vez colocada nos comienza a limitar poco a poco los movimientos hasta llegar a dominar nuestra propia acción. Son un vacío de existencia donde la gran mayoría dice sentirse cómodo por el simple hecho de pertenecer a un grupo. Toda ideología es el principio de cualquier totalitarismo. El fin no es otro que eliminar el pensamiento libre, adecuar toda una masa a una mente común conectada. El objetivo es eliminar al individuo como ser libre y racional hasta convertirlo en piezas de un engranaje común que funciona porque tiene que funcionar cada vez que alguien decida encender o apagar la cadena de montaje. La ideología no contempla un planteamiento crítico hacia la propia ideología. La ideología refuerza una posición visibilizada por el grupo como correcta, es una secta social sin líder aparente que te lleva a posicionarte públicamente de una manera automatizada.

Todo es algo más complejo que esto, no obstante, como doy por hecho que si habéis llegado hasta aquí es precisamente por vuestro buen criterio personal me adentraré en el siguiente escalón sin aburrir a nadie con doscientos párrafos más que no vendrían a explicar nada que quien quiera conocerlo lo habría podido ya encontrar en numerosos lugares. Como os dije anteriormente, para muchos esto no es más que un secreto a voces. Así que ahora, ilustres conocedores, me dirijo a vosotros por agilizar. 

Desde dos posiciones ideológicas viven haciendo creer al resto de observadores que son enemigos. Forma parte de su estrategia. Son como dos políticos discutiendo fuertemente en un debate, acusándose de ser cómplices de numerosas corruptelas, pareciendo incluso hasta ofendidos y enfadados, pero que terminan la noche compartiendo reservado en un restaurante. Así es. Por un lado tenemos la corriente del Marxismo Cultural, representada bien por el lobby LGTBI y las farmacéuticas,  y justo en frente, el Camino de la Mano Derecha, disfrazados de paganos teosofistas que no dejan de ser en su intimidad más profunda satánicos francomasones, incluso muchos de ellos mal llamados ultracatólicos. Aquí es cuando esto os puede sonar a ficción, la verdad es que no os culpo, pero ya vais teniendo algo de edad para saber que la realidad siempre supera con creces las expectativas. Es decir, algunos los llaman rojos, otros fachas, otros satánicos, otros masones, otros anti-revisionistas y otros ultracatólicos. Dejemos claro que aquí el problema no es la sociedad secreta en sí ni tampoco la denominación, sino el uso que hacen de las mismas aquellos que dominan en ellas, es decir, el uso que hacen de la extensión de su propia ideología, de la imperiosa fuerza del sentimiento de pertenencia a un grupo. La culpa no es de la Iglesia, ni de la izquierda, ni de los homosexuales, ni del Opus Dei. Hablamos de un escalón más, un posición más elevada que a veces resulta tan difusa y poco concreta que parece hasta metafísica.

Imaginad dos pirámides distintas pero iguales, aparentemente contrapuestas, invertidas la una sobre la otra, ambas escalonadas. La idea es hacer de ellas la creencia de que una es la opción buena y otra la mala, siempre y cuando ambas consigan convencer a un cupo importante, así es como reparten sus mitades que viven tranquilas y seguras, confiadas en que eligieron la única opción correcta, sumidos en una continua guerra de supremacía moral que jamás llevará a nada, tan solo a generar un conflicto que resulta divertido si se observa desde el pico de ambas pirámides, que aunque hasta ahora no lo haya dicho, ambos picos son el mismo. Por reducirlo todo un poco más, es como si Pepsi y Coca-Cola o McDonald's y Burger King, en realidad hubiesen sido llevadas por la misma persona escondida detrás de un telón. Es decir, es aquí donde la izquierda y la derecha convergen, en el único y mismo pico de ambas pirámides.

Aquí es donde se solapan los mismos intereses, las mismas inquietudes, los negocios, la influencia, el poder y sobretodo las mayores perversiones de todo ser humano. Aquí da igual que seas de izquierdas o de derechas. La ideología aquí es la carta para que una de las mitades siempre encuentre el equilibrismo moral para legitimar cualquier acto aberrante que provenga de los suyos. La ideología es el invento de base que sustenta y apoya el peor de todos los males, tan peligroso y preocupante, que es el único capaz de unir a quienes siempre parecieron ser dos enemigos imperdonables.
Tenéis que estar muy atentos. A ellos les encanta dejar pistas. Desde la cúpula de la pirámide los mayores crímenes pasan a ser una juego, una gymkana infantil que en vez de acertijos va dejando vidas rotas. Ahora son unicornios, pero mañana podrán volver a ser ballenas. El marketing de cómo lo vendan no es más que la manera de reírse de nosotros. Nadie le da importancia a un peluche, nadie se altera por una camiseta, nadie pone el grito en el cielo por un videoclip. Es más, si alguien viene a señalarlo con aspecto crítico, incluso aunque sea más que evidente, tan simple como decirle al mundo que dos más dos suman cuatro, será a él a quien llamen loco. Le dirán precisamente a él, a quien es capaz de verlo cuando para el resto pasa de largo, que el problema es suyo, que él es el enfermo, que él es el pedófilo. Lo importante es matar al mensajero.

Me he decidido a escribir estas líneas porque esto solía ser algo que ocurría fuera de nuestras fronteras. Tanto el Marxismo Cultural como la Mano Derecha han tenido mayor influencia en países europeos como Francia o Reino Unido. Estas distintas ideologías deben ser extendidas en procesos tan largos y complejos que por lo general quienes las iniciaron no las verán consolidadas. Es un proceso educativo que debe comerse un par de generaciones al menos, para de esa manera generar nuevamente otro conflicto, ahora entre padres e hijos, cuyas voces reaccionarias serán aplacadas por el ruido ensordecedor de los medios de comunicación y las redes sociales.


Muchos viviréis eternamente negándolo, tanto todo lo aquí expuesto como lo que viene a continuación, pero si España ha sido precisamente una de las naciones con un desarrollo ideológico más tardío en el tema que nos ocupa fue gracias precisamente a la Ley 1 de Marzo de 1940 sobre represión de la Masonería y el Comunismo. Aquí es cuando todos podéis pensar que le estoy haciendo un canto al franquismo, pero es algo que me viene importando bastante poco. Muchos podréis reducir la figura de Don Francisco Franco a la de precisamente un dictador, que para eso lo fue, pero imagino que algunos, eso sí, despojados ya de toda armadura medieval en forma de ideología sepáis ver desde este nuevo prisma lo que al menos tanto él como su equipo de Gobierno supieron ver tal como reza el primer párrafo de su exposición de motivos:

"Acaso ningún factor, entre los muchos que han contribuido a la decadencia de España, influyó tan perniciosamente en la misma y frustró con tanta frecuencia las saludables reacciones populares y el heroísmo de nuestras Armas, como las sociedades secretas de todo orden y las fuerzas internacionales de índole clandestina. Entre las primeras, ocupa el puesto más principal la masonería, y entre las que, sin constituir una sociedad secreta propiamente, se relacionan con la masonería y adoptan sus métodos al margen de la vida social, figuran las múltiples organizaciones subversivas en su mayor parte asimiladas y unificadas por el comunismo."

Os podría poner doscientos ejemplos distintos, pero lo único que conseguiría con ello es lo que he dicho antes, que una turba exaltada de seres ideologizados me termine señalando con el dedo llamándome pedófilo. Sería una demostración irrefutable de que las pirámides funcionan y de que el gran ojo siempre está alerta. No obstante, prefiero abogar por la economía de la información. Por eso sencillamente me despediré con la imagen que actualmente promociona la sección de juguetería de El Corte Inglés, razón por la cual decidí escribir estas líneas. Si queréis seguir pensando que el enfermo soy yo, adelante. Para todos aquellos que al menos, sin señalarme, os planteéis las dudas de mis palabras, recordad; tenéis que estar muy atentos.


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