30/1/22

El programa de radio que jamás se emitió

Os quiero contar una cosa que se me terminó pasando por aquí. Es lo que tiene Discord, que al final salen buenas reuniones y algunas cosas se cuentan por allí. Resulta que hace unos meses tuve una boda. Ya sabéis, uno de esos eventos a los que la mitad de la gente no quiere ir y a la otra mitad no la quiere invitar nadie, pero al final terminan coincidiendo en el mismo recinto, no vaya a ser que la sinceridad caiga mal, se enfaden y se dejen de hablar con personas con las que llevaban ya años sin hablarse. Todo un esperpento.

El caso es que a veces, en uno de esos momentos en los socializas para reafirmarte de lo bien que estás metido en tu puta casa, puedes tener la suerte de dar con algún conocido al que podrías llegar a calificar como fenómeno. Un fenómeno es lo más parecido a un amigo de Internet en el mundo 1.0, que a pesar de que nunca será tu amigo, pero tampoco nunca va a molestarte. Es alguien a quien respetas, con el que te ríes mucho y sobre todo, alguien de quien imaginas compartir en la intimidad los mismos hábitos extraños, a pesar de nunca hayáis hablado de ello. El amigo de Internet es aquel que siempre suma, entre otras cosas porque tiene muy complicado restar y sobre todo porque la ecuación de la confianza se balancea en la justa medida para que entre ambos se dé una especie de simbiosis digital. Yo cada vez lo tengo más claro, lo único bueno de la amistad son los amigos de Internet.

Pues al grano que me lío. El caso es que ese fenómeno que hacía mucho tiempo que no veía trabaja en un radio de pueblo. Es un frikazo. Con el tema de la crisis presentó una propuesta al ayuntamiento para aminorar el presupuesto en todo lo posible y convertir los pequeños espacios en los que emitía en un moderno y actual podcast. De esa forma trasladó el estudio a su propia vivienda y así el ayuntamiento pudo redistribuir los antiguos locales desde donde se hacía el programa a su antojo.

Me estuvo enseñando fotos y lo tenía montado de lujo. Con el poco presupuesto que le habían mantenido y una subvención de no sé qué leches de cultura tenía un setup que ya lo quisieran muchos youtubers. Trabajaba más cómodo que nunca, en pijama. Luego ya subía el programa a Ivoox o a Spotify o a cualquier plataforma de esas, rozando picos de audiencia de 100k oyentes en diferido. Algo que os aseguro que no es una cifra nada desdeñable para desde donde trabajaba.

Total, que entre un programa dedicado a la virgen del pueblo y otra entrevista al director de la banda, se le metió en la cabeza hacer lo nunca visto; el primer debate en un medio de comunicación sobre la realidad del COVID-19. Puede que no lo hayáis pensado hasta ahora, pero ni buscando encontraréis uno. Todo esto que estoy contando ahora era lo que él me estaba contando en la boda.

Nosotros como ya he comentado tenemos una buena relación, nos respetamos lo suficiente como para que ninguno haya pisado jamás la casa del otro, pero guardamos la idea de que el otro es una persona lo suficientemente cabal como para dedicarle tiempo. Y así fue como me invitó, tras un buen lingotazo de VAT 69, a formar parte de ese debate. No me invitó a mí, es decir, no invitó a 14.21, invitó a mi yo de la boda, a quien es realmente mi alter ego, a ese ser que observaba a un montón de patanes bailando con el mayor deseo del mundo de estar tirado en su sofá. Es curioso como mi yo de la vida real la mayoría de las veces puede llegar a representar menos mi yo real que este espacio en un perdido rincón de Internet.

Yo le di largas entre risas y las gilipolleces varias que se pueden decir en un evento de este tipo y fue cuando me dijo: "Joder, es que me vendrías genial para defender las vacunas". Confuso en aquel momento, comprendí que aquel fenómeno me tenía como un colaboracionista cabal, cabal eso sí, pero colaboracionista. Ninguna vez jamás habíamos cruzado dos palabras sobre toda la historia del COVID-19, ni tan siquiera formamos parte de esos imbéciles usuarios más preocupados por difundir su vaga opinión a través de estados de WhatsApp. Ni yo conocía su postura ni él la mía. Sin embargo entendió que podría aportarle una defensa interesante a la mentira más grande que hemos vivido jamás. 

Él hablándome de su primera dosis, deseoso como nadie de recibir su segunda, creyendo en la ciencia, como si fuese una nueva religión. Yo sin vacunar. Él por su quinta copa. Yo pidiéndole al camarero Coca-Cola de 20cl. Curioso de cojones, no me digáis que no. Fue justo ahí cuando sí me dieron ganas de participar.

Y así pasaron las semanas, sin más pena que gloria, sin el recuerdo de aquella invitación al podcast, hasta que me sonó el móvil. No sé si vosotros tenéis a día de hoy una extraña sensación cuando os suena el teléfono y no es ningún familiar. Será que me llevo tan mal con el humano medio que encuentro hasta una falta de respeto el hecho de que te llamen sin avisar. El WhatsApp se inventó entre otras cosas para precisamente eso, para avisar. Y lo cogí. Sinterizaré la conversación. La F es de fenómeno.

F: - "Illoooo, ¿qué pasa? No te vas a creer lo que ha pasado al final con el programita."
Yo: - "Cuéntame, ¿qué ha pasado?"
F: - "Pues que cuando lo tenía ya todo cerrado, lo único que tengo que hacer es mandarle la propuesta a la secretaria de la Concejalía de Cultura, que a veces lo que hago es hablar directamente con el concejal que para eso lo conozco."
Yo: - "¿Y qué ha surgido?"
F: - "Pues resulta que me dice que se lo envíe por mail y él siempre me contesta con un "ok" a los quince minutos. Pues no me contestó y al día siguiente me llamó por teléfono diciéndome que si quería mantener la subvención me olvidase del debate del COVID-19."

Imagínense si esto ocurre en el podcast subvencionado de la radio de un pueblo perdido, qué no habrá ocurrido a otros niveles. Sean ustedes capaces de extrapolar.

19/1/22

Estoy en Telegram

Para todos aquellos que consideren que hay algo interesante que mandar. Para todos aquellos que por alguna u otra razón rehusen Discord. Y sobre todo para todos aquellos románticos que siguen mandado mails. Os dejo una opción más.

14.21

10/1/22

He dado negativo en COVID-19

Me pillaba de paso y he querido aprovechar la ocasión para informarte que oficialmente ya no estoy contagiado de COVID-19 e independientemente de que esta nueva realidad se alimente de las mentiras cimentadas con falsas definiciones, tergiversación de lenguaje y test que ofrecen resultados aleatorios, vengo a contarte nuevamente lo único importante que tienes que aprender de toda esta locura.

Me atrevería a decir que después del porno, el COVID-19 es el segundo campo que copa mayor porcentaje en todo Internet. Llevamos más de dos años levantándonos con unos telediarios prostituidos que inician día tras día su estrategia del miedo invocando una bulimia de cifras que a cualquiera con dos dedos de frente le resultaría ya difícil de tragar. Cada vez que quieras profundizar algo sobre este tema deberías empezar a hacerlo con la perspectiva suficiente como ver el puzzle desde lejos y entender el sentido de cada pieza. Para ello voy a ayudarte con un pequeño vídeo antes de que sigas leyendo.

La discusión sobre la existencia o no de un virus que no ha sido aislado no lleva a ningún sitio. A efectos prácticos las razones por las cuales pasar un mal rato son indiferentes cuando realmente lo que queremos es no pasar ese mal rato. Si te has dedicado el suficiente tiempo como para llegar a conocer tu cuerpo sabrás si has cogido COVID-19 sin la necesidad de participar voluntariamente en el circo de los antígenos. El asintomático no existe. Nunca ha existido. Es como toda la vida hemos estado llamando a una persona sana. Piensa al menos que si compras ese discurso no podrás negar que la totalidad de la población sea actualmente asintomática de una nueva enfermedad hasta ahora desconocida.

Si tienes síntomas de una gripe tendrás gripe. Si te conoces lo suficiente como para saber que esos síntomas sobrepasan lo que hasta ahora tú venías conociendo como gripe, lo más probable es que hayas cogido lo que todos llaman COVID-19. Pero no te asustes. No es más que un paso más en el cuadro sintomático, bastante desagradable sí, pero nada que deba preocuparte más que una neumonía común, una salmonella o el concepto global y difuso que todos entendemos cuando escuchamos que alguien ha sufrido un accidente de tráfico. 

En mi caso he sufrido el COVID-19 como una enfermedad intestinal bastante molesta con unas apariciones sintomáticas similares individualmente a lo que todos entendemos por una gripe común, pero sincronizadas bajo un patrón errático y sorpresivo. Lo que quiero decir con esto es que de cien veces que viviese en mi cuerpo este comportamiento y otras cien veces sufriese lo que hasta ahora he vivido como gripes comunes, sabría diferenciar en la totalidad de las ocasiones los diferentes cuadros, no dudando jamás sobre si mi cuerpo está sufriendo lo de siempre o algo que jamás ha vivido, muy a pesar de que las diferencias entre ellas aun no siendo globalmente significativas, sí lo sean a otros niveles de análisis.

De aquí que le dé suma importancia a la capacidad personal que tenga cada uno para conocerse, pues de lo contrario en un país donde la gente es incapaz de distinguir el secreto ibérico de la presa, poco vamos a avanzar si no somos capaces de distinguir una gripe común de otro virus, más o menos parecidos, independientemente de como quiera llamarlo cada uno. 

Sin duda alguna las diferencias entre una gripe común y el COVID-19 son tales que en mi caso no dudaría en firmar volver a pasar una gripe común todas las veces que me tocase pasar el COVID-19. Lo importante es que aun así, habiendo pasado un cuadro sintomático completo de COVID-19, desde la experiencia os puedo seguir diciendo que absolutamente nada justifica la locura en la que estamos sumidos. Algunos de mis queridos lectores me habéis preguntado si ahora a sabiendas me hubiese vacunado, a lo que os vuelvo a decir abiertamente que no, más aun habiendo podido demostrar empíricamente que los mismos síntomas que he venido sufriendo los han pasado conocidos con la pauta actual de vacunación completa.

Sé que la mayor debilidad que tiene el ser humano, más aun que un sistema inmunodeprimido, es una memoria laxa y fácilmente manipulable. La base de esta pandemia no es científica, sino psicológica, a pesar de que solo tres locos le hayamos dedicado tiempo a reflexionar sobre ello.


Si realmente le tienes miedo al COVID-19 empieza por cuidar tu salud mental y tu estado anímico porque estos serán los culpables de que el paso de la enfermedad te deje huella. Mi consejo es que empieces por apagar la televisión. Si en cambio es tu salud física la que hace estragos de hace años, protégete del COVID-19 con la misma habitualidad que te venías protegiendo de una gastroenteritis o de una pulmonía, pero no caigas jamás en el exterminio psicológico que supone vivir como si todo lo desconocido estuviese infectado de ébola.

29/12/21

He dado positivo en COVID-19

Tenía la idea de despedir el año de otra manera, pero la novedad de los acontecimientos han revertido las prioridades. Se podría decir de manera oficial que tengo COVID-19 puesto que he dado positivo en un test de antígenos. Aunque más allá del titular vengo a contarte lo único importante de todo esto.

6/11/21

Netflix, Marta del Castillo y las preguntas sin responder

De igual manera que ocurrió con el Caso Alcàsser, esperaba con muchas ganas la docuserie sobre Marta del Castillo. Como alguien más que le dedicó y de vez en cuando le sigue dedicando bastantes horas a profundizar sobre este caso y tras el doble visionado de los tres capítulos, debo decir que el producto final ha sido más que notable. No obstante, de igual manera que en situaciones similares anteriores parece que existe un interés oculto por no construir la totalidad del relato y sobre todo por no explotar las grandes contradicciones que a día de hoy siguen sin respuesta alguna.

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