31/1/24

Homocentralismo

Querido amigo de Internet. Hoy vengo aquí solo con la intención de dejar constancia de un término que acuñé el otro día pensando en cómo el cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 ha causado el revuelo justo como para que muchos de los conocidos homosexuales que renegaban de cualquier fiesta católica, hayan terminado por defender el tradicionalismo teórico una vez comprobaron que éste les había abierto el hueco suficiente como para izar la bandera de sus propios complejos identitarios. Resultó más que sorprendente comprobar como, al igual que un buen papel de regalo, en esta vida importa más tener el coche limpio por fuera aunque por dentro apeste a cenizas y a tabaco.


Hace un tiempo creo recordar que ya mencioné aquello de que la identidad sexual es la más potente de todas, la única capaz de secuestrar a todas las demás debido a que a fin de cuentas representa nuestras más oscuras y primarias pasiones. Uno desde que se levanta puede ser madridista, vegano, onubense, piscis, alfarero, rociero, runner, sindicalista o mercenario. Nuestro ser no es definible únicamente por una etiqueta. Tendemos a ser lo suficientemente camaleónicos como para al menos no ir dando el coñazo a todo el mundo fuera del escenario que corresponda y, aunque haya personas que no sepan medirlo, lo normal es que por muy monotemáticos que lleguemos a ser, nuestras diferentes identidades bailen entre ellas según en el contexto en el que nos movamos. 

Un neonazi, por ejemplo, por muy violento que sea, no irá dando palizas en su trabajo, ni en las reuniones de comunidad, ni necesariamente sembrando odio haya por donde pase, en el supermercado, en la gasolinera o partiéndole la boca a todo aquel repartidor inmigrante de Glovo cada vez que le traiga un pedido. De igual forma me valdría para ejemplificar un redskin, cualquier ultra del mundo del fútbol, un consumidor empedernido de estupefacientes o un afiliado a las juventudes socialistas. La principal diferencia entre la identidad sexual y las anteriormente ejemplificadas es que existe una menor tolerancia y produce mayor frustración sentir que la sociedad te juzga por el impulso incontrolable del sexo, sobre todo cuando esta misma rompe la norma mayoritaria establecida estadísticamente.

A mí, en lo personal, me da exactamente igual con quien se acueste cada uno y de hecho cualquier tipo de parafilia sexual siempre me ha parecido graciosa. No hay nada que me vaya a escandalizar, me da igual que sea un travelo búlgaro con un oficinista en los asientos traseros de un Golf en el Polígono Marconi, un heterocurioso llevándose al olvido en una fosa común en el antro más libidinoso de todo Chueca, o una señora mayor puritana que haya encontrado la felicidad al lado de una panadera que le sepa por fin amasar bien los bollos. Métete en la boca lo que te plazca, pero no coartes la libertad de la que dispongo para analizar todo el entramado plan que se esconde detrás de la instrumentalización que han hecho de precisamente todo aquello que te quieras llevar a la boca.


Veréis, diversos autores como Tetlock, Ginges, Kristel, Lerner, Green o Elson ya expusieron la idea de los Valores Sagrados, definiéndolos como aquellos que conllevan un significado trascendental o infinito para determinados individuos o grupos, trasportando un compromiso absoluto e inviolable. Todo nace de una preferencia común que termina convirtiéndose por imperativo moral en algo imposible de intercambiar. Lo que realmente abarca el valor sagrado es un efecto directo en la toma de decisiones y una defensa a ultranza de los mismos, ya que entienden que los miembros de su comunidad se ven comprometidos y ultrajados si estos tan solos se cuestionan. Sin necesidad de profundizar más, por no aburrir, el Modelo de los Valores Sagrados se termina dando la mano con la Fusión de Identidad, definido como el sentimiento visceral de unión a un grupo en el que la identidad social y la personal se diluyen en una, no existiendo realmente una frontera precisa entre los límites de ambos. Es esta Fusión de Identidad la misma que nos ayuda a predecir el comportamiento grupal y, mayoritariamente, el comportamiento extremo. Finalmente, la combinación de los Valores Sagrados y la Fusión de Identidad desembocaría en el Modelo de los Actores Devotos, quienes terminan siendo individuos fusionados con un grupo donde se comparte un valor sagrado, principal marco teórico bajo el que se investigan los procesos de radicalización terrorista.

Así que, tras toda esta parrafada teórica, os vengo a contar que la identidad sexual no binaria es la única con la capacidad práctica como para secuestrar a todas las demás, convirtiendo las sencillas preferencias sexuales en valores sagrados colectivizados en virtud de un conflicto social que, sumado a todos los procesos de socialización, ha terminado por sacralizar un ámbito tan privado como el sexual y que, a más libertades sociales y menos prohibiciones, curiosamente genera todavía aun más conflicto.


Los que lo saben, lo han empezado a utilizar y en vez de mantener una pelea entre dos fuerzas han decidido que era más práctico empezar a fagocitar el sistema de igual forma que un virus se hace con el control del sistema inmunológico. El cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 no era más que eso, un reclamo LGTBI para levantar a favor a toda una comunidad, independientemente de que una gran parte de la misma no le haya prestado atención a la Semana Santa, mientras la otra es la que siempre le ha dado vida en la trastienda de todas esas hermandades que llevan décadas nutriéndose del trabajo en la sombra de todos aquellos homosexuales que sin ellos la Semana Santa de Sevilla no sería la Semana Santa de Sevilla. Con esto, levantas al olvidado y encima sumas al que nunca te quiso mirar a la cara, colectivizando un conflicto inexistente hasta ahora gracias a colocar un valor sagrado en el centro de unas fiestas que han señalado las críticas más tradicionalistas a un grupo de personas que desarrollaron hacen años sin saberlo una fusión de identidad.

El homocentralismo es precisamente esto, utilizar la identidad sexual no binaria para colectivizar y conquistar toda aquella plaza que hasta ahora no tenía una representación mayoritaria LGTBI. Pronto, aunque aun no os lo creáis, empezaréis a ver la representación de estos valores sagrados en las plazas de toros, en los estadios de fútbol, en La Velada del Año de Ibai, en la Fórmula 1, en la MotoGP, en los Grand Slam y hasta en el Vaticano. Porque lo importante no el sufrimiento animal, la violencia del boxeo, el machismo del tenis con sus recogepelotas femeninas o lo mala, poderosa e intolerante que es la Iglesia; lo importante es que todos esos engranajes influyentes de poder no apoyen esos valores sagrados. Todo lo demás da exactamente lo mismo.

Recordad siempre que quien mata a Dios es porque viene a sustituirlo por otro. Y si en quince días empezáis a escuchar que todos los medios empiezan a hablar de homocentralismo, ya sabéis dónde lo habéis leído antes.
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