8/8/21

Cáncer de alma

Desde siempre me he preguntado porqué los blogs sobre conspiraciones están diseñados con tan poco cariño. Todos parecen un edificio en ruinas, un polígono sin encanto alguno. Detalles estos que más allá del contenido de quien habla realmente es de su autor. A fin de cuentas, independientemente de que te guste o te deje de gustar, la práctica totalidad de todos son un auténtico desorden. No hay forma humana de llevar una lógica continuada de lo que alguien haya ido publicando ahí. Al final es como intentar seguirle la conversación a un loco. Y aunque el loco vaya gritando verdades como puños, su cara de loco, su ropa de loco y su olor a loco, hará que nadie quiera prestar atención a lo que dice.

Esto siempre me recordó a aquellos testimonios de avistamientos alienígenas en la radio donde llamaba un parroquiano cualquiera para hacerse creer y lo primero que soltaba era aquello de enhorabuena por el programa. No sé a vosotros, pero si a mí me hubiese chupado una luz de los cielos y dos bichos desconocidos me hicieran una PCR anal lo último que haría sería iniciar mi aventura dándole la enhorabuena a alguien en antena. Si te pones a pensarlo habría que ver quién fue el primero que llamó a la radio y dio la enhorabuena por un programa. Nunca hubiese imaginado la legión de imbéciles que creó.

Internet es así, es justamente como la vida, un nido de gilipollas pegándole golpes a un teclado escondidos detrás de un monitor con el mentón bastante más alto que sus cuentas corrientes. Antes era una inagotable fuente de entretenimiento y ahora es ego, envidia y monetización. Aunque hoy no vengo a hablarte de esto. Vengo a hablarte de otra cosa.

Estoy seguro de que no le has dedicado ni un minuto a esto que voy a contarte. Lo estoy entre otras cosas porque muy bien no hay que estar de la cabeza para ponerte a pensar en ello. El caso es que he sacado una relación directa entre un patrón de comportamiento y un tipo de personalidad a largo plazo. Es como una nueva regla matemática que deberías aplicar desde ya en tu día a día para comprender mejor el mundo en el que vives.

Verás, España es un país donde el deporte mayoritario, el deporte rey, siempre ha sido y siempre será el fútbol. Puede que me estés leyendo con tus dieciséis años y tengas la sensación de que el Decathlon siempre estuvo con nosotros, pero hubo un tiempo en el que en España solamente existía ropa común para jugar al fútbol. Es decir, todo tipo de chándal o calzona estaba diseñada para ser compatible con sacar al perro, limpiar el coche, bajar la basura y jugar al fútbol. Daba igual donde la comprases. Ahora podéis jugar al balonmano sin parecer maricones y no porque sea un deporte pensado para hombres, sino porque el umbral de lo afeminado a traspasado tales límites que dentro de pocos años hacer gimnasia rítmica será cosa de la nueva masculinidad. Así que queridas lectoras heteronormativas, os doy un consejo; un hombre de bien siempre será arrítmico. Si prefieres juntarte con alguien que baile bachata luego no me vengas con lloros.

El caso, que al final me desvío, es que existe una relación más que directa entre todo aquel ser humano que practicó otro deporte porque era malo en el fútbol. Yo a estos seres los llamo los "rebotados del fútbol", de igual manera que los que van de literatos son en el fondo "rebotados de las matemáticas", gente que abrazó la rima asonante y el hipérbaton con mucha fuerza para no hundirse en su propia estupidez cuando no fueron capaces de entender las primeras ecuaciones.

El flipado del baloncesto, que lo es porque se cansó de ser el último elegido para formar equipos de fútbol en el patio del recreo, es el mismo que dice aquello de que odia las matemáticas, no que no las entienda y a su vez te suelta alguna gilipollez pseudosensible sobre el primer gilipollas que se le venga a la mente, como Pablo Neruda. Los rebotados, más allá incluso que los gordos acomplejados, son los seres más peligrosos de este planeta. Y os cuento porqué.

Veréis, lo más peligroso que hay en esta vida, además de un tonto con título, es una persona llena de complejos. El complejo tiene cuatro elementos de importancia a los que tiende a ir unido, como si una cadena helicoidal de ADN se tratase. El complejo se arrastra, se proyecta, te consume y sobre todo, genera envidia. Citosina, guanina, adenina y timina. A esto es lo que yo llamo cáncer de alma. El peor de todos, sin duda, porque nunca te termina de llevar al otro barrio, pero a su vez tampoco te deja vivir.

Así que mi consejo del día es este; manteneos prevenidos siempre que conozcáis a alguien que de primeras os hable mal del fútbol o de las matemáticas, de segundas se crea un negro de la NBA, os diga que el auténtico señorío está en el rugby, o no se sienta ridículo con un gorrito de waterpolista, y de terceras gaste más tiempo en contarle a la gente lo que lee que en entender realmente lo que está leyendo. Aunque no toda la totalidad de A sea B, si sois observadores comprenderéis que todo B siempre es A.

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