2/4/24

Tu Jardinero Digital

Cada vez que paseo por las calles y me encuentro uno de esos pequeños vehículos del ayuntamiento que ayudan al mantenimiento de los parques y jardines, me da por pensar que tiene que ser una profesión bonita y gratificante. Los observo ahí, solitarios, con una desbrozadora arrancando las malas hierbas y unos cascos puestos mientras me los imagino escuchando su podcast favorito. Reconozco que siempre han levantado en mí una sensación placentera. A fin de cuentas son como los peluqueros de una ciudad. Tienen la responsabilidad de darle salubridad y buen aspecto a los jardines, las aceras, o a las rotondas. Sin ellos cualquier calle en veintiún días parecería un escenario postapocalíptico donde los jaramagos pasarían a ser el hogar de unas ratas que nadie quiere cerca de sus casas. Los jardineros son algo así como el primer eslabón del orden ambiental. Sin jardineros el asfalto nos comería de tal manera que las ciudades parecerían prisiones. Y las prisiones, con jardineros seguramente, pasarían a ser ciudades amuralladas.


Hace años un amigo de Internet me definió como un jardinero digital. No fui capaz de encontrar nada que desarrollase ese término que jamás había oído. Él tampoco. Lo dijo y ahí quedó, como quien se cruza de manera perfecta un lago con una piedra a saltos de rana sin que nadie estuviese mirando. Pensé en ello, pero lo fui dejando pasar como quien no riega sus plantas, hasta darme cuenta yo mismo que precisamente lo que hacía era no parar de mimarlas.

Mis épocas de podas son las veces que he vuelto a un post de hace más de un año para añadirle nueva información necesaria como para estar ahí. Son las veces que reedité, que aglutiné y que volví a investigar todo aquello que pudiese haber cambiado por el mal tiempo, por un sol de catorce días que achicharraba, o por la última tromba infecta de agua que terminó anegándolo todo. Al igual que las hojas carcomidas, los textos sanan consultado apuntes, se fertilizan con el cambio de estaciones, e incluso se replantan en un macetero más adecuado, más espacioso, donde puedan respirar mejor, sean más fáciles de portar y sobre todo, más agradables de ver y disfrutar.

El jardinero digital está aquí sin más. No tiene una estrategia preconcebida de cuál es el siguiente paso que va a dar, ni busca el aplauso por dejar los setos bien pelados, ni tan poco la gran mayoría de los conductores se van a dar cuenta de que ha mejorado la visibilidad de la circulación. Puede que esté simplemente porque tiene que haber de todo, o porque se siente tan en deuda con este particular mundo que busca devolverle lo que él recibió desde el mismo día que entró el primer módem por las puertas de su casa.

En Internet, como en la vida, hay de todo. Hay escuelas donde aprender, centros comerciales para gastar dinero, puticlubes sin barra demasiado sucios, pistas de pádel donde echar el domingo con los colegas, simples estercoleros, librerías e incluso piscinas en la que poder refrescarte los días más difíciles del verano. Lo que no sé si tú sabías es que en Internet también había jardineros. Yo me acabo de enterar ahora mismo. A pesar de que hace mucho tiempo que me lo dijeron. Ahora es cuando me doy cuenta de la razón que llevaba.
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