12/4/22

Para todas aquellas mujeres que nunca sabrán que iban a ser asesinadas

Hoy os voy a contar una historia de las que rompen por completo ese complejo tan español de creer que todo lo extranjero es siempre más interesante que lo patrio. Como buen amante de la literatura y de la crónica negra he desempolvado unos viejos apuntes que ya empezaban a amarillear y que a pesar de ser alguien bastante ordenado, me ha costado lo mío encontrarlos. Al final con los años uno no es consciente de todo lo que llega a acumular. Y esta historia va precisamente de eso, de acumular cosas sin tan siquiera darte cuenta.

El 30 de abril de 1994, el cadáver de Carlos Moreno de 52 años apareció en un terraplén cercano a la calle Bacares en el barriada madrileña de Hortaleza. Sus verdugos le cosieron a puñaladas, lo destriparon y destrozaron a golpes su columna vertebral. Veinte minutos de insufrible agonía. No existía relación alguna entre víctima y victimarios. No se conocían de nada. Ni tan siquiera se habían visto con anterioridad. Nada de esto ocurrió en el contexto de ninguna acalorada discusión.

PERPETUAR EL CRIMEN

Javier Rosado, estudiante de química de 20 años, era un niño con problemas de socialización, introvertido, soberbio y bastante oscuro. Félix Martínez, estudiante de COU de 17 años provenía de una familia desestructurada, deseoso de abrazar la atención que nunca encontró en su casa. Ambos coincidieron viendo un partido de fútbol y el destino quiso unirles en amistad. Fueron los autores del conocido Crimen del Rol. Javier, queriendo ir más allá del tablero y los dados, diseñó una partida que se jugaba en la vida real. La llamó "Razas". Su objetivo no era otro que elegir una víctima y asesinarla.


Así salieron de sus domicilios a la 01:30 horas de aquel 30 de abril buscando hasta las 04:15 a la víctima ideal, pero no encontraron nada de su agrado, hasta que dieron con Carlos Moreno esperando en una parada de autobús. En su diario Javier Rosado escribió: "Era espantoso: ¡Lo que tarda en morir en un idiota!". La subrnormalidad de Javier Rosado y su desmedido ego le llevó a presumir del asesinato delante de otros jóvenes. Fue entonces cuando uno de ellos, Enrique, se lo comunicó a sus padres y fueron a comisaria a denunciar los hechos. Ambos fueron detenidos y condenados. En uno de los registros los investigadores pudieron acceder al diario de Javier Rosado. No tiene desperdicio alguno.

"Salimos a las 01:30. Habíamos estado afilando cuchillos, preparándonos los guantes y cambiándonos. Elegimos el lugar con precisión. Se suponía que yo era quien debía cortarle el cuello. Yo sería quien matara a la primera víctima. Era preferible atrapar a una mujer, joven y bonita, aunque esto último no era imprescindible, pero sí saludable, a un viejo o a un niño. Una viejecita que salió a sacar la basura se nos escapó por un minuto, así como dos parejitas de novios. ¡Maldita manía de acompañar a las mujeres a sus casas!".

Por personificar y construir con ello un relato más palpable a cualquiera de esas chicas que sobrevivieron a aquel momento y que nunca sabrán que la única razón de que estén vivas es porque estuvieron acompañadas por un hombre, podríamos llamarlas Elena, Rocío, Ana, Esperanza, o Victoria. De hecho creo que el mejor nombre ficticio de todos es sin duda Victoria. Esa misma Victoria que, aun sin saber quién era, ni por dónde anda, ni si a día de hoy le siguen acompañando amigos a casa, ni si ese amigo luego fue su novio, o si ese novio luego más tarde pasó a ser su exnovio, sí sabemos de ella, al menos, que nunca apareció en la prensa al ser asesinada a manos de dos alimañas por la única y objetiva razón de ser una presa más fácil al ir sola.

Volver sola a casa en horario nocturno como por suerte no hizo Victoria, o solo, como por desgracia sí hizo Carlos, es un factor de riesgo que aumenta las probabilidades de ser víctima de un delito. Solamente depende de ti querer aumentar tus factores de protección, algo que alejado de hacerte inmune, consigue poner un poco más de distancia con el peligro. Intenta buscar no facilitar tu vulnerabilidad, porque te guste o no, depredadores hay en todas las esquinas. Y eso es algo que no vamos a conseguir cambiar lanzando ningún mensaje.

El crimen siempre es el reflejo vivo de las peores atrocidades del comportamiento humano. El crimen no entiende de lo políticamente correcto, de la cultura de la cancelación, o del lenguaje inclusivo. El crimen solo existe en sí porque, al igual que la maldad, es perpetuo en el ser humano, como lo es el respirar. No hay charla, ni plataforma, ni evento, ni manifestación, ni red social que lo frene, ni hay hashtag que vaya a acabar con él, porque al crimen solo se le combate desde la misma realidad desde la cual se genera. Una realidad que nada tiene que ver con todo el escaparate mediático diseñado con el único objetivo de facilitar tu dolor, para que unos pocos puedan seguir viviendo del cuento.

Javier Rosado continuó su vida en la cárcel. Se licenció finalmente en química, para más adelante hacerlo en matemáticas y también en ingeniería informática. Fue reconocido como el preso con más carreras y a pesar de ser condenado a cuarenta y dos años de prisión, consiguió su total libertad en el año 2010, después de haber disfrutado de dieciocho permisos penitenciarios. Su amigo Félix Martínez fue condenado a doce años de internamiento, de los que solo cumplió cuatro por ser menor de edad. Pasó a un piso tutelado, se marchó a Berlín, reubicó su vida y dejó esta frase: "Ya tengo mi vida organizada y quería daros las gracias. No quiero hablar más de aquello; el rol y aquel chico ya no existen, han muerto; ahora soy otra persona”. Ellos dos viven. Carlos Moreno no.

Este texto va por todas las Victorias desconocidas, por todas aquellas que nunca salieron en prensa, por las mismas que jamás hubiesen imaginado ser la baliza de un asesino despiadado. Y sobre todo por ellos, por los amigos, los novios, los exnovios, los padres, los hermanos y todos esos héroes sin capa que salvaron una vida sin tener ni puta idea, solo por el mero hecho de estar ahí, acompañándolas.

Intenta ser siempre Victoria... y no Dolores.

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