La realidad del Cambio Climático, más allá de una estafa convertida en uno de los mayores negocios del nuevo milenio, se basa en la creencia egocéntrica de pensar que el ser humano dispone de unas capacidades sobrenaturales, al igual que si fuera una especie de semidios, entre las que se le atribuye el don de poder ya no solo dominar, sino de manipular y cambiar a su antojo, la propia naturaleza en la que nos desarrollamos. El Cambio Climático, filosóficamente hablando, no es más que el resultado de haber matado a Dios, para terminar sustituyéndolo por el conjunto de acciones colectivizadas de todos y cada uno de nosotros.
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