27/2/17

El arte de descontextualizar el día a día

Imagínate querido lector que tienes en tu cabeza un invento revolucionario, una idea que para llevarla a cabo tendrías que convencer e integrar a millones de personas, incluso a los gobiernos más poderosos del mundo. No sólo modificarás a mejor la vida de sus usuarios, sino que además crearás millones de empleos tanto directos como indirectos por todo el mundo ya que será necesario tanto la construcción de cero como la modificación de numerosas infraestructuras internacionales.

No termina la cosa aquí, tu invento mejorará las comunicaciones de una manera hasta el momento desconocidas, acercará a las familias haciendo del mundo un lugar más pequeño y accesible. Construirá el porvenir de generaciones, se considerará dentro de las ayudas estatales y autonómicas para fomentar su crecimiento, crearás millonarios, serás recordado no sólo en la ingeniería sino en los libros de historia.

Solamente hay un problema, tendrás que informar a la hora de presentar tu proyecto que cada año se llevará por delante la vida de algún que otro millar de personas, solamente en tu país. Un dato que a nivel mundial incrementará gradualmente.

¿Crees que con este dossier se aprobaría tu proyecto?

Simplemente estaríamos hablando del coche.
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